noviembre 28, 2022 In Actualidad, Pymes, Viabilidad empresarial

Cómo afecta a las pymes una alta tasa de inflación

El incremento de los precios puede tener un efecto muy perjudicial para muchas empresas si se prolonga en el tiempo. La Planificación de los Negocios, la elaboración de planes de Control y una Organización interna más flexible, son algunas de las claves para afrontar con éxito esta coyuntura.

La inflación ha superado todas las previsiones en España hasta situarse en el 10% anual en junio, su máximo desde septiembre de 1977, según acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística (INE). La electricidad, Los carburantes y el gas, fueron los elementos que mayores incrementos de precios registraron.

Estos hechos están llevando la preocupación a empresarios y emprendedores, habida cuenta de que parece estar ganando opciones el temido escenario de una estanflación, es decir, vivir en paralelo en una economía, con un periodo de estancamiento y de crecimiento cero, junto con una elevada inflación.

El encarecimiento de las materias primas reduce los márgenes comerciales de la empresa, y al mismo tiempo peligra la propia recepción de mercancías para poder seguir produciendo y mantener abiertas las fábricas. Además, el alza en los precios puede traducirse en una demanda por parte de los trabajadores para ver incrementados sus salarios. Es un escenario muy perjudicial, en donde las empresas pueden ver comprometidas seriamente sus expectativas de beneficio.

Consecuencias para una pyme de una elevada inflación

Para una pyme las consecuencias pueden ser malas desde el punto de vista de la tesorería, con el riesgo de que no se pueda acometer una eficiente gestión del circulante al incrementarse el coste de las materias primas y, en general, de la producción.

En líneas generales, puede hablarse de que la inflación afecta a las pymes en:

• Las Ventas. Con el paso del tiempo, la inflación termina afectando negativamente al consumo, ya que los compradores ven mermado su poder adquisitivo al encarecerse los precios. Al final, se produce un efecto psicológico por el que se privilegia la adquisición de bienes de primera necesidad, y se posponen otras decisiones de compra para más adelante.

• La cuenta de pérdidas y ganancias. Aunque se mantenga la facturación gracias al incremento de precios, en realidad, se están vendiendo menos unidades de producto, lo que significa un menor margen de rentabilidad. Al no cumplirse con los objetivos financieros previstos, se dificulta el poder realizar inversiones en I+D o en llevar a cabo acciones de remuneración y de estímulo sobre su Capital humano.

• La relación con los Proveedores. Un encarecimiento general de precios reduce los pedidos a los proveedores y estos, a su vez, ven resentidas sus cuentas, por lo que es probable que tengan que revisar su portfolio de precios al alza. En el caso más extremo, depender de un único proveedor puede afectar seriamente a la producción de una pyme, por lo que es recomendable contar siempre con un plan B, para evitar sorpresas desagradables a la hora de poder recibir materia prima de manera estable y a precios razonables.

• Una mayor incertidumbre en la toma de decisiones por parte de la empresa. La inversión en nueva maquinaria, la reforma de las oficinas o la entrada en un nuevo mercado son susceptibles de posponerse si la coyuntura es menos proclive de lo habitual. No llevar a cabo este tipo de iniciativas condiciona sobremanera el rendimiento de una organización de cara al medio y al largo plazo.

Pero ¿Es posible para una pyme estar preparada?

Un panorama de inflación desbocada y de crecimientos más bajos de lo esperado afecta a todo el tejido empresarial. Sin embargo, sí que es posible trabajar con antelación en intentar minimizar los posibles efectos negativos de esta situación, a través de la elaboración de planes de emergencia en base a distintos supuestos.

En nuestra opinión, pueden existir distintas formas para afrontar la situación actual, pero una buena alternativa sería, diseñar contablemente una estructura de control de costes más efectiva, procurando que el coste real de la inflación se transmita lo menos posible al precio final de los bienes y de los servicios. Si esto se consigue se podría, por un lado, mantener la demanda y, por el otro, incluso ganar cuota de mercado, al conseguir afrontar con éxito una situación que está afectando a todos los competidores del mercado. Siempre es posible realizar una revisión pormenorizada de costes internos que, en momentos de crecimiento se descuidan más, pero que en una etapa como la actual, se hace necesario llevar a cabo una revisión en profundidad.

JUAN REDONDO RODRÍGUEZ

ECONOMISTA. SOCIO FUNDADOR. Licenciado Ciencias Empresariales y MBA en Dirección Empresas. Profesor finanzas CEF y UDIMA. Experto consultor en estrategia, finanzas y valoración de empresas.